30m2
8.30. Me despierto, sin necesidad de levantarme de la cama puedo cepillarme los dientes en mi innovador WC- ducha, y proyecto con una hábil parábola el agua jabonosa de mi boca en dirección al fregadero al pie de mi lecho; desgraciadamente no tengo un día hábil y la leche que se calienta en el infiernillo que hace de cocina sabrá un día mas a mentol. Del armario que escondo bajo la cama cojo la ropa del día. En el Salón-cocina-recibidor-despacho-habitación de mi lujosa vivienda entra la luz de la mañana a través del ventanal que mira al patio comunal; puedo ver a mi vecina que sentada cómodamente en el sofá-cama que preside su apartamento toma un café que desde aquí me huele a detergente (otra vez se le habrá caído el jabón de lavar la ropa en el bote del azúcar). Está preciosa mirándome entre los libros de su librería-armario-mueble televisor. Si consigo cerrar el monitor de mi portátil, talvez pueda abrir la puerta y encontrarme con ella en el espacioso pasillo de nuestro bloque de apartamentos. No se que es lo que mas me atrae de ella: sus ojos azules, su andar redondo y cimbreante, sus labios carnosos y rojos, su personalidad dulce y cálida; o la posibilidad de anexar nuestros apartamentos y lograr un piso de casi 60 m2.
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