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miradalterada

SEXO TEMPRANO.

4 de Mayo de Año del Señor de 2005.
"Sólo podríamos considerar una iniciación temprana en las relaciones sexuales que, por otra parte, tampoco puede calificarse de excepcional en los tiempos actuales”.
Esta es la justificación que ofrece un juzgado de nuestro país para la absolución de un profesor de 31 años que mantuvo relaciones sexuales con una niña de 14 años.
Saben los jueces lo que es justo; así que poco se puede comentar a cerca de esta sentencia sin caer en descalificaciones hacia nuestro sistema judicial, termino, este último, que difícilmente podría ser positivo.
Sin embargo esta frase de la sentencia, alude a un hecho, teóricamente probado y cierto: “está lejos de ser extraño que una niña de catorce años mantenga relaciones sexuales”. Esta idea se ve remachada por otra frase antológica: "Ello quiere decir que en realidad la cuestión no está tanto en la diferencia de edad sino en la esencia de los actos realizados que, insistimos, se adecuan a la normalidad".
¡Pues muy Bien!, resulta que en España es algo normal la iniciación en el sexo en edades cercanas a los catorce años. Niños y niñas que aún no han terminado (en muchos casos están lejos aún de hacerlo) su formación personal; están, al parecer, teniendo acceso al sexo en unas condiciones, cualquier cosas, menos seguras para ellos.
¡Es terrible!.
Real y trágicamente terrible. Nuestros niños, en edades demasiado tempranas, están accediendo al sexo, en términos peligrosos para ellos.
Un niño/a de catorce años no está en condiciones de asumir todo lo que envuelve las relaciones sexuales. El sexo no es una mera actividad deportiva o física; las relaciones sexuales entre hombres y mujeres envuelven aspectos mucho más profundos que el placer por el placer. Las relaciones sexuales afectan nuestras emociones, nuestros sentimientos, nuestra formación, nuestro desarrollo intelectivo, nuestra personalidad y nuestro desarrollo espiritual.
¿Están una niña, un niño, de catorce años preparados para afrontar todo lo que envuelve al sexo?. Sinceramente, no lo creo.
Pensemos, cuantas veces, nosotros los mayores, formados y maduros adultos, nos vemos superados por las consecuencias de todo tipo que acompañan a la relación sexual. Consecuencias que traspasan sin problema de ningún tipo la fina barrera de un condón (dicho esto solo para los que piensan que enseñar a un niño a usar un condón puede ser llamado educación sexual) y que nos afectan en ocasiones en nuestro camino hacia la muerte y la eternidad.
Lo triste de todo esto, es que los responsables no son los niños que se acuestan entre ellos o con adultos; los responsables de esto somos todos nosotros, esta sociedad cada día mas volcada en la búsqueda del placer; en la captura del orgasmo, como si este fuese el fin y razón de todo lo que existe; hasta el punto de que cuando algo es placentero, llegamos a decir que es “orgásmico”.
El sexo es mas que un orgasmo, mas que un momento de placer intenso e interesante. El sexo es, o debería ser, la expresión de un amor profundo y seguro, tanto como la parte final de un compromiso vital y meditado con otra persona que se convierte, en último termino a través de la relación sexual, en uno sólo.
Por ello Dios limita las relaciones sexuales al ámbito de una unión estable, libre y deseada; al matrimonio.
Debemos educar a nuestros hijos, a nuestros niños y niñas, en el sentido de saber esperar hasta haber encontrado el medio ambiente agradable a Dios para expresar esta parte de su vida.
Algunos hablarán de falta de libertad, de estrechez de miras, de fascismo incipiente o de integrismo radical y cuasi islámico; otros hablarán de la vuelta del burka, o de robar una parte esencial del desarrollo humano.
Monsergas. No se trata de nada de esto; si no de proteger a algo que debía ser sagrado para todos: nuestra infancia, el futuro de nuestra humanidad.
No puede ser normal que niños de catorce años estén accediendo al sexo a edades tan tempranas; y no puede considerarse normal que todos consideremos este hecho como lógico e inevitable.
No podemos, creo, permitirnos el lujo de ser tan progresistas.
No podemos permitirnos que el llamado sexo temprano pase a formar parte habitual de la vida de nuestros hijos, de nuestros niños.
No podemos.
No debemos."

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